Soberanía Alimentaria

soberanía alimentaria

Soberanía Alimentaria

El concepto de soberanía alimentaria apuesta por el derecho de cualquier nación a disfrutar de alimentos nutritivos de consumo local producidos combinando ecología y sostenibilidad. 

Te doy la bienvenida a este post donde te hablaré de ecología, soberanía y seguridad alimentaria.

Será una mirada de ánimo puesta en el futuro. Acostumbrados a vivir en una sociedad donde solo se habla de un futuro gris, inmóvil y de difícil cambio, vivimos un momento de acción social que  nos impulsa a pensar que la utopía de la se hablaba hace unos años será posible.

Es una búsqueda y un encuentro, un viaje con mucha controversia basado en nuestras propias inquietudes e interrogantes y de ideas ante un planeta herido.

Te propongo una reflexión. Aunque vivas en la ciudad, seguro que has paseado por el campo o quizá tienes una casa en él y caminando has contemplado tierras de cultivo.

En cualquier época del año puedes observar hombres o mujeres trabajando la tierra que tal vez dejaron en barbecho. Estarán sembrando las semillas de la próxima cosecha, recogiendo los alimentos que la tierra les regala después de largas jornadas de labranza.

Trabajan duro, hacen una gran labor en la tierra que supone el sustento para ellos y tal vez para un mercado. Una labor hecha con amor y cariño que supone el contacto con la tierra la que nos proporciona alimentos.

Esta dedicación debería ser recompensada con un mayor apoyo y el reconocimiento social y económico que le permitiese vivir en condiciones dignas. Sin embargo, la realidad es bien diferente.

Toda una rueda sin la que no podríamos vivir porque la agricultura a pequeña escala es esencial para mantener ciclos vitales en la naturaleza.

¿Qué es la Soberanía Alimentaria?

Soberanía Alimentaria

La Soberanía Alimentaria es una alternativa a un modelo de agricultura y alimentación que no funciona.

Tenemos un tipo de agricultura que genera hambre en un mundo con abundancia de comida, donde cada día tiramos un montón de alimentos.

Este hábito ha llevado a que los campesinos hayan tenido que abandonar el campo, sin olvidar que la baja calidad de los alimentos que consumimos.

Frente a este sistema que está enfermo, la Soberanía Alimentaria aparece como alternativa con un propósito: devolver a las personas la capacidad de decidir lo que comemos.

Porque, ¿quién decide hoy lo que nos llevamos a la boca? Las empresas multinacionales monopolizan desde el mercado de las semillas, la transformación de los alimentos hasta su distribución en los supermercados.

Estas empresas anteponen sus intereses particulares basados en hacer negocio con la comida, a dar respuesta a las necesidades alimentarias de la sociedad.

Como consecuencia, ante un modelo que ha convertido los alimentos en una mercancía, surgen la importancia de abrazar la Soberanía Alimentaria, para que sean las personas y no las empresas quienes decidan aquello que comen.

La Soberanía Alimentaria llevada a la práctica se enfrenta a una alimentación kilométrica

Los alimentos que vienen de la otra punta del mundo y también se pueden elaborar aquí, implican producción agrícola local de proximidad campesina frente a un modelo industrial que nos enferma.

El modelo de agricultura que impulsa la Soberanía Alimentaria cuida del territorio y de nuestra salud, frente al paradigma tradicional que acaba con los campesinos que cuidan y trabajan la tierra.

Su puesta en práctica implica apostar por este tipo de agricultura ecológica y campesina, que se puede poner en marcha por distintas vías.

Por ejemplo, haciendo las compras en pequeños comercios de proximidad. También apoyando una iniciativa que día a día gana seguidores: comprar nuestros alimentos a agricultores ecológicos a través de espacios que ponen en contacto a las personas de una ciudad o barrio con agricultores y productos locales.

Estos ejemplos dejan patente que llevar la Soberanía Alimentaria a la práctica sí es posible.

El reto está en que estas iniciativas sean accesibles al conjunto de la población y para ello son necesarios cambios políticos.

¿Sabemos lo que comemos? La importancia de la Soberanía Alimentaria para tu bienestar y el del planeta

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A mi juicio, comer es un acto político. Nuestra conciencia nos hace unas cuantas preguntas sobre si la alimentación es un derecho y una obligación para el ser humano; la necesidad de revisar la historia y esas decisiones políticas, económicas y ecológicas que están afectando a nuestro hogar, la tierra.

Estas y otras muchas preguntas sobre todo lo que nos llevamos a la boca terminan definiendo quiénes somos y, lo más importante, cómo queremos ser en el futuro.

Indagar sobre cómo se producen los alimentos pone en entredicho a las grandes multinacionales. Es más, te invito a que reflexiones sobre estas preguntas:

  • ¿Es lo mismo la agricultura utilizando transgénicos a la producción de alimentos empleando semillas nativas?
  • ¿Es lo mismo un animal de granja que vive sin estrés y alimentándose de productos naturales que aquel que vive hacinado en una jaula, con una alimentación enfocada solo al engorde, viviendo con presión y en condiciones terribles?
  • ¿Viven igual las personas que producen bajo el yugo de la esclavitud durante jornadas de trabajos interminables y tratos humillantes impropios de pleno siglo XXI, que aquellas a las que se les reconoce su trabajo y se les respeta tanto su horario como su integridad física y mental?

En ti está tu bienestar, el de los tuyos y también el de tu hogar que es la tierra de todos.

La Soberanía Alimentaria fomenta el saber comer

¿Cuántas veces al día elegimos lo que nos llevamos a la boca? Las personas podemos comer porque producimos nuestros alimentos y tenemos el dinero para comprarlos.

Pero, ¿realmente elegimos lo que comemos? ¿Sabemos lo que es? ¿Qué efectos tiene en nuestra salud y en nuestro planeta? Es una cuestión de saber comer. En este punto, la Soberanía Alimentaria entra en juego.

Los alimentos ofrecidos por las grandes industrias cuentan con altos niveles de azúcares, grasas, sales, aditivos, colorantes, saborizantes, estabilizantes, potenciadores de sabor como el glutamato monosódico, entre otros.

Sin olvidar, las estrategias de diseño que los hacen más agradables y apetecibles a la vista.

Este tipo de alimentación conlleva problemas de salud tanto a los adultos como a los más pequeños.

La mal nutrición se ceba con los niños de algunas zonas de planeta por la falta de alimentos, mientras que en otros países los problemas nutricionales infantiles reciben el nombre de obesidad.

Estos niños amplían las probabilidades de contraer enfermedades cardiovasculares desde muy corta edad. De hecho, los estudios advierten del aumento de casos de anemia, hipertensión, sobrepeso y obesidad entre la población infantil.

Este es un buen motivo para elegir productos naturales y realizar las elaboraciones en casa.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) advierte que uno de los mayores riesgos de padecer cáncer es la falta de ingesta de fruta y verdura.

De ahí que los especialistas recomienden comer 5 piezas de fruta al día, pero no especifica que sean ecológicas, libres de herbicidas, pesticidas y otros productos químicos.

No podemos llamar alimentos a los productos que comemos que están procesados, ya que no son lo que dicen ser.

¿Qué modelo de productividad estamos comprando?

Este tipo de alimentación no es sustentable. Este modelo agroalimentario dominante basado en los cultivos destinados a la exportación, semillas transgénicas, herbicidas y productos químicos, además de dañar la tierra, empobrece los alimentos y perjudica nuestra salud.

Las grandes industrias cárnicas encierran a los animales en espacios mínimos que les origina estrés, sin olvidar que el metano, un gas altamente contaminante para el medio ambiente, es el segundo causante del avance del cambio climático.

Los animales en estas condiciones producen enfermedades y a su vez se salvan con vacunas que fabrican las mismas empresas que desarrollan los productos químicos para los alimentos.

Estas empresas como Monsanto o Bayer causan el problema para después buscar la solución y este es el problema.

Además de primar sus beneficios por encima de la salud de los animales, las personas y el cuidado del planeta, no tratan de prevenir esta situación con una filosofía más adecuada.

¿Elegimos lo que comemos?

Los supermercados tienen muy bien estudiadas sus políticas de marketing y terminamos llevándonos más alimentos de los que teníamos pensado comprar.

Tampoco hay información de los alimentos que venden porque nadie nos informa. Ante esta situación es importante actuar al elegir lo que comemos.

¿Cómo? Dedica tiempo a mirar las etiquetas. Es un gesto sencillo, pero en la práctica siempre vamos con prisas y nuestra alimentación y salud pasan a un segundo plano.

Y no podemos olvidar el papel e influencia de la publicidad que la industria alimentaria utiliza invadiendo nuestros hogares.

¿Sabías que más del 25% de la población llena su carro de compra con productos que ha visto u oído en anuncios? Todo indica que hay numerosos motivos para apostar por el cambio.

Un propósito que defiende la Soberanía Alimentaria: alimentarse es un derecho

Lo ideal es pasar de un simple consumidor a un ciudadano pleno. Sin embargo, no tenemos la posibilidad de producir los alimentos.

El Estado tiene la obligación de garantizar que la alimentación sea un derecho para la población, pero la enorme desinformación al respecto se está convirtiendo en un gran problema.

Nuestros entrañables compañeros los animales

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Llega el final de este artículo en el que he querido profundizar en el concepto de Soberanía Alimentaria.

Pero antes quiero hablarte de un tema que solo sabemos las personas que tenemos animales de compañía, así como los que vivimos en el campo y convivimos de una manera cercana con animales salvajes y domésticos.

Las relaciones que forjamos con estos animales son infinitas y especiales y acaban convirtiéndose en familia.

El perro que convive con nosotros y comparte nuestros mejores momentos hogareños, que nos acompaña paseando por caminos; que cruzamos con él esa mirada que lo dice todo.

No habla pero practica el idioma más antiguo, ese que nos estremece, que no se olvida, sin olvidar esas caricias acogidas con tanto agradecimiento. Siempre fiel.

A ellos les debemos el despertar de nuestra consciencia para seguir viviendo esos momentos que se quedan grabados como el más entrañable de nuestros recuerdos. Les debemos todo porque ellos dan sin pedir nada a cambio.

«Después de un algo paseo con D, le miré y me di cuenta. Ya estaba cansado, no corría como alma que lleva el diablo como cuando salimos de casa. Caminaba tranquilo disfrutando de los mil y un olores de las plantas, flores, arbustos, del aroma del sol, del viento…

Se estremecía, se tumbaba y revolcaba de satisfacción y sobre todo estaba pendiente de mí. Él venía conmigo, no concebía que hubiera marchado sin él  y, si lo hacía, me esperaba y sus ojos me decían: «Estamos juntos».

Me senté y él hizo lo mismo junto a mí. Disfrutó mirándole comer galletitas, así que metí la mano en el bolso, saqué una galleta y, él con el mayor respeto, esperó a que le ofreciera mi mano para dársela.

Sus ojos miraban mi mano, pero también miraron mis ojos, a cambio me entregaba el alma».

¿Por qué motivo no tratarles como a hermanos? ¿Cuál es el motivo por el cual nosotros, que sí somos conscientes de lo que son derechos y respeto, no los tenemos con ellos?